Turismo médico en Cali: la ciudad que importa pacientes y exporta vida

José tiene 27 años y llegó a Cali buscando vida. En Ecuador, un médico le dijo que le quedaban máximo 10 años por un cáncer que echó raíces en su tiroides. Pero antes de recalcular sus metas al afán de una década, decidió venir a Cali en busca de una segunda oportunidad. Aquí le pintaron un futuro distinto: “Los doctores me dijeron que no me iban a poner una expectativa de vida. Que viviera tranquilo e hiciera lo que tenía que hacer”.

Como José, a la capital del Valle llegan extranjeros en busca de una opinión, una cirugía o un tratamiento que les dé más vida. Otros también buscan detener el tiempo, pero en sus huellas más visibles, a través de cirugías plásticas y procedimientos estéticos.

Son conocidos por fuera de las clínicas como “turistas médicos” y dentro de ellas como “pacientes internacionales”. La tercera ciudad de Colombia, que tiene dos de los mejores hospitales de América Latina, busca que cada vez sean más, para dinamizar la economía y ofrecer un destino turístico más allá del “Cali Pachanguero”.

En Cali la tradición médica es centenaria. De acuerdo con doctor Ricardo Salazar, encargado de la biblioteca de la Academia Nacional de Medicina, en el siglo XIX el Valle ya era epicentro de investigaciones, en buena parte, por la variedad de pestes que abundaban en el Pacífico.

Pero hubo un hito que llevó a otro nivel a la medicina de la capital del Valle. “El doctor Gabriel Velásquez Palau se fue por todas partes del mundo buscando colombianos con buen entrenamiento médico, para conformar una facultad de lujo en la Universidad del Valle”, apuntó Gabriel Carrasquilla, caleño y presidente de la Academia Nacional de Medicina. “En su momento era considerada la mejor de Latinoamérica”, agregó.

La Facultad abrió sus puertas en 1950 y, desde entonces, Cali consolidó su reputación, que luego se materializó con la construcción de grandes hospitales. La influencia de los médicos incluso se ha traslado a la política, con dos ejemplos recientes: el exalcalde Rodrigo Guerrero y la gobernadora Dilian Francisca Toro.

A pesar de esa larga historia clínica, las fuentes consultadas coinciden en que el turismo médico es un fenómeno reciente. En las últimas dos décadas comenzó a sonar el término, cuando aumentaron los foráneos que llegaba en busca del buen pulso de los cirujanos caleños.

“En esa época se empezaron a traer pacientes del extranjero para cirugía plástica, y después empezó a ofrecer la oferta de odontología y todo lo que está alrededor de la estética”, explicó la cirujana Lina Triana, una de las más reconocidas dentro y fuera del quirófano. Su padre, el doctor Carlos Triana, fue uno de los precursores con su Clínica Corpus. Ahora ella recibe cientos de pacientes en su propia clínica, que está en una esquina del Parque del Perro.

Los grandes hospitales también se interesaron y abrieron oficinas dedicadas exclusivamente a los pacientes internacionales. Ahora son ellas las que marcan el pulso del negocio con procedimientos de alta complejidad.

Las tres embajadoras son la Valle del Lili, Imbanaco y la de Occidente. Las dos primeras están dentro de las 10 mejores de Latinoamérica, según ranking LBC Conference del 2023, y la de Occidente está certificada en cuidado de pacientes internacionales por la organización Temos International.

Según la Alcaldía de Cali, en la ciudad hay alrededor de 40 clínicas, 8 clínicas de oftalmología, 265 de odontología y alrededor de 180 centros de estética. Además, hay seis facultades de medicina y 13 centros de investigación. Un laboratorio propicio para el desarrollo médico y para un nuevo negocio.

José Ordóñez es barbado, luce una camiseta azul, pantaloneta gris y unos tenis. Lleva una cadena dorada en su cuello, con el dije de una cruz. Está sentado en la sala de estar de la oficina internacional de la Fundación Valle del Lili, pero no tiene la pinta ni la angustia características de un paciente.

“En Ecuador me........

© La Silla Vacía