Es difícil hablar del hambre. Pocos periodistas escriben al respecto. No es fácil entrevistar a una persona con hambre y volver, terminada la charla, a una vida donde los problemas no son ni remotamente tan graves. El gran reportero Martín Caparrós tuvo el valor de hacerlo.

Fue a Níger, a Kenia, a India, a Bangladesh, a Madagascar y a su país natal Argentina y entrevistó a personas con hambre. Las entrevistó sobre su hambre. También viajó a Chicago, Estados Unidos, donde habló con traders en la bolsa de alimentos más grande del mundo. Habló con banqueros, con agricultores, con médicos, con líderes de ong humanitarias.

Viajó a esto que ha llamado el “mayor fracaso del “género humano”, y lo ofreció como una denuncia y un espejo en el que no nos queremos ver en su premiado libro “El Hambre”, traducido a varios idiomas hace ya 10 años.

“Si usted se toma el trabajo de leer este libro, si usted se entusiasma y lo lee en –digamos– ocho horas, en ese lapso se habrán muerto de hambre unas ocho mil personas: son muchas ocho mil personas”, así empieza su demoledora denuncia.

Como parte del Acuerdo para los próximos 15 años, que es la iniciativa con la que La Silla quiere celebrar sus 15 años de existencia, y uno de cuyos puntos es cómo hacer para que ningún niño pase hambre, La Silla tomó diez reflexiones de su libro y lo entrevistó sobre cada una de ellas vía Zoom. Estas son sus respuestas:

“El hambre es un proceso, una lucha del cuerpo contra el cuerpo”

Tener hambre es buscar en el propio cuerpo aquella energía que uno no consigue en los alimentos, porque no los tiene. Así de tonto es tener hambre: es ir comiéndose a uno mismo en la medida en que uno no puede comer lo que está afuera, lo que solemos comer todos los días, 2 mil y pico de calorías que se supone que necesitamos justamente para no tener que comernos a nosotros mismos.

La grasa fue una ventaja evolutiva extraordinaria de los hombres. O sea, hace dos o tres millones de años, los hombres empezaron a desarrollar la posibilidad de acumular grasas, y, por lo tanto, energía, con lo cual podían soportar cosas que otros animales no podían porque no tenían esa reserva de energía. Eso nos dio una ventaja evolutiva muy fuerte. Pero para eso hay que de todas maneras renovar la ingesta. Y por eso en el momento en que no comemos suficiente, empezamos a comernos a nosotros mismos. Es así de tremendo.

“Cuanta más hambre, más animales somos; cuanta menos, más humanos”

Si quieres que nos pongamos otra vez prehistóricos, ahí también hay una ventaja fuerte evolutiva que consiste en que a partir de cierto momento empezamos a poder comer cosas que los demás animales no podían. Básicamente, a partir del momento en que empezamos a saber manejar el fuego, a tener algunas herramientas para eventualmente cortar ciertas cosas y demás, empezamos a poder comer muchas más proteínas y distintos nutrientes que antes y el cerebro empezó a desarrollarse.

Hay una correlación muy directa y muy histórica entre comer y desarrollar el cerebro y, por lo tanto, ser más inteligentes, y, por lo tanto, haber llegado finalmente a esta posición de preeminencia dentro del reino animal que tenemos. Esa es la parte más antropológica-biológica.

Pero ya después, en el día a día, hay otra parte que es mucho más brutal, que es que para poder pensar las cosas necesitamos no tener hambre. Necesitamos el mínimo de serenidad que nos dará saber que vamos a poder comer esta noche o mañana, o cuando necesitemos y lo que necesitemos.

Cuando no tenemos esa garantía, cuando al contrario, sabemos que eso puede pasar o no, se hace muy difícil pensar en otra cosa. Nos vuelve literalmente menos inteligentes en la medida en que la gente a la que le sucede está muy lógicamente focalizada en cómo hago para comer esta noche, como hago para darle de comer a mis hijos, a mi gente. Se vuelve muy difícil pensar, insisto, en ninguna otra cosa.

“La causa principal del hambre en el mundo es la riqueza”

Siempre se dice que la causa principal del hambre es la pobreza, y yo digo no, la causa principal del hambre es justamente la riqueza de quienes concentran esa riqueza alimentaria y en vez de distribuirla, la usan para su beneficio.

El sistema de producción mundial de alimentos no está organizado para alimentar a todos,........

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