El cálido diciembre, inocente aliado, por Rosa María Palacios
El fin de año y la desesperada necesidad de sacar, aunque sea unos días, la cabeza del hoyo, antes de entrar al caos de una elección general todo el verano, nos apartan de ver la gravedad del momento en que vivimos. Lima tiene en diciembre un cambio radical en la vida de sus habitantes. Se junta el fin de año académico, el cambio de clima hacia un añorado verano y las fiestas de Navidad y Año Nuevo. Las familias están en clausuras escolares, guardar la ropa de invierno y ver con quién pasarán Nochebuena, sin matarse. Para quien maneja una casa, es el mes más exigido del año, si se añade que en simultáneo se da el retorno migratorio temporal más extendido: llegan los parientes en plan de vacaciones.
Para organizaciones académicas de todo nivel, es el momento de cierre. Para las iglesias y organizaciones de caridad, es el momento de celebrar un compartir planeado con mucha anticipación. Para clubes y organizaciones sociales, es el momento de ofertar vacaciones útiles, que desesperados padres necesitan para organizar la vida de sus hijos, y hasta las empresas hacen eventos para mejorar el clima laboral. Diciembre, anticipo sin sosiego de unas vacaciones de enero, es un mes caro, cálido y tan lleno de balances y festejos marcados en el calendario de parientes y amigos, que puede afectar la salud mental de muchos.
En este contexto de distracción popular es que el Legislativo cierra sus sesiones 2025. Pero eso no quiere decir que los últimos días no dejen un saldo de espanto. Además de todo el daño ya causado, que es mucho, se añaden dos hechos esperados pero injustificables: la inhabilitación de Delia Espinosa y la........





















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