La inteligencia artificial (AI) está para quedarse con su poder exponencial de transformar positivamente muchos aspectos de la sociedad, lo que nos obliga abordar de manera proactiva los desafíos éticos, de privacidad y de empleo que conlleva su implementación.
Se requieren políticas bien estructuradas que no limiten su desarrollo e innovación, un marco a la vez rigoroso y flexible ajustado a una tecnología que es polivalente y con la premisa fundamental de defender la democracia contra la desinformación.
Indispensable convertir el enorme poder de las herramientas digitales en instrumentos para la formación y el progreso, reforzando los principios, fortaleciendo los valores éticos, el buen ejemplo y la justicia social, con mecanismos complementarios que protejan a la sociedad de la manipulación y la polarización ideológica.
La IA........