Cuento político
El presidente de Latinia, en instante de inspiración, entendió que era necesario reformar el Estado. Buscó ayuda, pero sus activistas estaban dedicados al delirio propio de su sesgo ideológico, y los técnicos del país estaban ocupados con ecuaciones. Le preguntó al embolador de palacio qué haría en su lugar. La respuesta fue clara: busque la ayuda de algún sabio de bien lejos, que no piense como usted, y pídale ayuda. Recordó en ese momento al profesor Monteblanco, que enseñaba Instituciones Colombianas a los estudiantes de ingeniería de la Universidad de Atricia. Se puso en contacto con el profesor, quien resultó simpático y sencillo. Conversaron largo y animado por teléfono como viejos amigos. Al presidente le quedó claro que lo establecido era muy deficiente, por lo cual mejorarlo era fácil; solo era preciso enderezar lo determinante de un........
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