Saber o gobernar
Recuerdo la frustración de los abuelos Uitoto del medio Caquetá cuando, ilusionados con obtener su conocimiento acerca de la selva, les preguntábamos acuciosamente los nombres de cada árbol o cada pájaro para olvidarlos un segundo después. Maleducados, confundíamos la cosa con su nombre, en castellano, latín o m n ka, y hacíamos perder el tiempo al maestro que había heredado y verificado las claves para vivir en medio de la Amazonia y generosamente estaba dispuesto a compartirlas porque el conocimiento “no se mezquina”, pues se hizo con la experiencia de todos y pertenece a todos, pero hay que usarlo bien, por la misma razón. Unos pocos profesores de evolución y ecología en la U lo veían así: saber no es función de la memoria sino de modelos relacionales, emocionalmente sustentados, como las narrativas maravillosas de Humboldt o las que se recitan en el mambeadero. Allá no se puede........
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