Imagina que las luces navideñas, que estos días ves brillar en tu calle, son misiles que caen sobre tu casa y destruyen con saña absolutamente todo. Siente que, en lugar de disfrutar con las sonrisas de tus hijos al descubrir los regalos de Papa Noel, no puedas consolarlos ni protegerlos. Que no puedas impedir que dejen de temblar de puro terror, al tiempo que las heridas les sangran por todas partes. Piensa, mientras sientas con cuidado a tus ancianos padres en el cómodo sofá de la casa, que están en la oscuridad de la calle, donde llueve y hace frío, y que no está en tus manos evitarles un sufrimiento tan inmenso como injusto.

Mírate a tí mismo llorando desconsolado en el tanatorio, atravesado por el dolor trágico de la muerte de un ser querido e intuye cómo debe ser enterrar, en el mejor de los casos, a toda tu familia al mismo tiempo. Sitúate en la tristeza de acudir en estas Navidades al cementerio para rendir homenaje a quienes se fueron y comprende la rabia y el desgarro de quien ve cómo bailan y cantan sobre esas tumbas los causantes del olor a muerte. Supón, tras una larga noche en el incómodo sillón de acompañante del enfermo, cómo debe ser coger su mano y saber que apenas hay posibilidades de salir con vida de ese hospital. Aún así el personal sanitario permanece intentando curar lo incurable, sin medios y con miedos. Reflexiona después de indignarte y limpiarte las lágrimas tras ver esa película bélica en la sobremesa de ayer, si mantienes esa misma sensación de fracaso tras las escenas que te muestran los telediarios. Y mantén presente también que esa realidad que te llega tiene un precio inasumible para los periodistas que te la cuentan.

Mientras aún estás con la digestión de una cena de nochebuena que reconoces cada año excesiva, ponte en el lugar de las millones de personas que, esquivando bombardeos, se enfrentan a una hambruna que las matará a ellas y a los suyos. Tú, que te llenaste de rabia y culpaste al universo por dejarte huérfano, podrás entender que esos niños y niñas que se han quedado sin nadie carguen, desde una infancia que les fue desgarrada, con un odio eterno que tal vez los arrastre a una espiral violenta. Este 28 de diciembre recuerda esa matanza de Herodes, que vuelve a ser. Cuando brindes por el Año Nuevo recuerda a quienes les han robado toda esperanza de futuro.

Intenta no olvidar, mientras lanzas mensajes de amor y paz, que hay un genocidio en Palestina perpetrado por el estado de Israel. Y si has llegado hasta aquí y piensas qué hartazgo, otra vez hablando de lo mismo, mira a los tuyos y medita profundamente en qué te convierte eso.

QOSHE - Otras Navidades - Sonia Torre
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Otras Navidades

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26.12.2023

Imagina que las luces navideñas, que estos días ves brillar en tu calle, son misiles que caen sobre tu casa y destruyen con saña absolutamente todo. Siente que, en lugar de disfrutar con las sonrisas de tus hijos al descubrir los regalos de Papa Noel, no puedas consolarlos ni protegerlos. Que no puedas impedir que dejen de temblar de puro terror, al tiempo que las heridas les sangran por todas partes. Piensa, mientras sientas con cuidado a tus ancianos padres en el cómodo sofá de la casa, que están en la oscuridad de la calle, donde llueve y hace frío, y que no está en tus manos evitarles un sufrimiento tan inmenso como injusto.

Mírate a tí........

© La Región


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