Comemos petróleo
Las emisiones de gases de efecto invernadero no paran de subir. Año tras año, batimos el récord del año anterior y esta tendencia no parece que vaya a revertirse en el corto plazo a nivel mundial. Estamos fracasando en la transición energética, es un hecho indiscutible. Es cierto que algunos países ricos estamos consiguiendo reducir las emisiones, pero el resto del mundo va por otros derroteros y no comulgan con las ruedas de molino de la supremacía climática occidental.
Estamos fracasando por razones obvias, aunque no sean nada obvias para los que hacen planes desde las poltronas de los ministerios. Esos que pretenden que la realidad se amolde a sus hojas Excel y, cuando esto no sucede, culpan a cualquier cosa menos a su quimérica pretensión de cambiar el mundo a base de deseos. La razón fundamental del fracaso está en la crítica dependencia que nuestras sociedades tienen en los combustibles fósiles. Es tan intrincada que forma parte del ADN de la propia civilización tal y como la conocemos.
Las transiciones energéticas a lo largo de la historia han sido procesos espontáneos. Ningún gobierno tuvo que obligar a sus ciudadanos a pasar de quemar madera a quemar carbón. Simplemente lo hicieron porque el carbón era una mejor fuente energética. Del mismo modo, ningún gobierno tuvo que obligar a sus ciudadanos a cambiar el carro tirado por caballos por vehículo movidos por derivados del petróleo.........
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