A estas alturas de la película de Oriente Medio, todo el mundo sabe de sobra que Irán es el elemento más tóxico de la región, el factor de tensión permanente. Ahora que está de moda hablar de “war by proxy” o guerra subrogada, empleando muchas veces esa expresión contra las potencias occidentales, cabe recordar que no hay mayor ejemplo de guerras delegadas que el iraní. En Yemen mantiene a los hutíes que se han hecho con una parte del país y lanzan desde la lejanía ataques contra Israel. En Líbano, el llamado Partido de Dios (Hezbolá) es una creación iraní que lleva décadas, no sólo amenazando y agrediendo a Israel, sino sepultando al país de los cedros en la ingobernabilidad y el control exterior. En Cisjordania, Irán intenta una y otra vez derribar al Gobierno palestino y extender a ese territorio el poder totalitario de Hamás. En la franja de Gaza, esta última organización terrorista lleva diecisiete años en el poder, sin convocar elecciones, en guerra civil intermitente con la Autoridad Nacional Palestina, y ejerciendo una implacable dictadura interior que se une a la salvaje hostilidad contra Israel. En Iraq, los grupos chiíes patrocinados por Irán fueron determinantes del aplastamiento de la autonomía kurda y de las atrocidades contra la etnia yazidí. En Siria, un Estado títere de Teherán y Moscú,........