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Kung Fu a muerte en Emilia Pardo Bazán
Es probable que se salvase una vida. La mía, quiero decir.
Ya notaba yo que el profesor era poco asiático, pista que me dio su apellido, Martínez, y su acento impertérrito de la zona de Mugardos. Pero qué sabía yo, lo único que quería en la vida era que la escuela de Kung Fu de Emilia Pardo Bazán me enseñase a soltar mamporrazos, a dar brincos imposibles.
Llegué tarde el primer día, una mujer, bastante guapa por cierto, al entrar me señaló una estantería lacada en blanco abarrotada de zapatillas modelo bailarina de color negro.
Una oferta, pensé yo, de Pantone bastante pobre para el producto.
Busqué y rebusqué entre los........
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