Hace mucho tiempo que un caso de injusticia no conmovía y a la vez enardecía tanto los ánimos en la opinión pública, como ocurrió esta semana con el juez Juan Manuel Alejandro Martínez Vitela, al darse a conocer que había absuelto al agresor sexual de una niña de 4 años.
Todos los elementos estaban dados para crear la tormenta perfecta, era el Estado de México, era una agresión sexual contra una mujer, en este caso una niña, y había violencia institucional por todos lados.
La víctima y su madre —como víctima indirecta— fueron revictimizadas desde la manera en la que se integró la carpeta de investigación del caso en el ministerio público, plagada de errores.
“Su señoría, si usted vio el tocamiento, usted la escuchó, explíqueme, de verdad, ¿por qué no le creyó? Hay todas las pruebas en peritajes. ¿Qué es lo que no lo convenció? ¡Me lo puede explicar, por favor!” suplicaba desesperada Victoria, madre de la niña, durante la audiencia donde el juez dio su veredicto y cerró con un gélido “pasen buena noche”.
La Convención sobre los Derechos del Niño de la Organización Mundial de las Naciones Unidas —a la que México........