México, tan lejos de lo que Dios manda…
“En Simojovel le pusieron precio a mi vida”, dijo en agosto pasado el padre Marcelo Pérez Pérez, asesinado hace menos de dos semanas, después de oficiar misa el 20 de octubre en San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
El 13 de septiembre pasado participó en una movilización en la que por primera vez todas las diócesis de Chiapas (Tuxtla Gutiérrez, Tapachula y San Cristóbal de las Casas) se reunían para exigir, junto a feligreses y ciudadanos, un alto a la violencia e inseguridad que reina en aquel estado, que hasta ese día registraba más de 540 muertes violentas.
El sacerdote ya se había acostumbrado a ser blanco de amenazas, por sus declaraciones contra los grupos armados criminales que intimidan a las regiones indígenas.
Desde 2015 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, emitió una resolución en la que ordenaba a las autoridades mexicanas poner al padre Marcelo bajo un sistema de seguridad con medidas suficientes para garantizar la protección a su vida y su integridad personal.
Se buscaba también, darle las........
© La Razón
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