El pasado 6 de abril, falleció Ernesto Gómez Cruz, el último de Los Caifanes y uno de los actores más prolíficos y entrañables de las pantallas mexicanas. Y digo entrañable porque en lo personal, en 27 años haciendo entrevistas a los más distintos personajes, Don Ernesto particularmente, me dejó una de las lecciones que más atesoro: la fuerza de la humildad.
Era el año 2006 y en el foro 3 de TV Azteca habíamos montado un set especial para recibirlo para Historias Engarzadas. Confieso que costó un poco de trabajo convencerlo, pues era tímido y no muy afecto a las entrevistas, menos las largas.
Pero llegó puntualísimo a la cita, sonreía nervioso mientras lo microfoneaban y como el actor disciplinadísimo que era, miraba a la productora atento, esperando alguna indicación, cuando en realidad, los que esperábamos sus órdenes éramos nosotros. Teníamos ahí sentado a uno de los más grandes talentos del cine mexicano.
“Yo quería ser extra de cine, ¿y sabe qué hacía?, me iba yo a Bellas Artes, en la época de ópera. Ahí contrataban chavos o chavas de extras, y yo fui con algunos compañeros a pedir trabajo. Ahí me daban 25........