25 años de contar historias…
Cuando uno llega a una oficina por primera vez, observa todo al rededor y empieza a imaginarse, como un cuento, todo lo que podría ser “si esa silla fuera para mí”…
Luego, recibe la noticia de que ha sido aceptado, pero jamás podría adivinar si el andar por esos pasillos será breve o la historia de toda una vida.
Así, ahí estábamos nosotros, sin siquiera dimensionar el camino recorrido, los retos superados, los desvelos, las alegrías del triunfo, la competencia feroz de tantos días, el desazón de algunos fracasos y el generoso “día siguiente”, inevitable, que nos ha empujado siempre a continuar sin mirar atrás.
Nadie tuvo escapatoria esa mañana, ante la reflexión profunda del valor de una pasión que se paga con la moneda más preciada: El tiempo. El que cedimos por voluntad y el que le robamos a los que amamos.
Esos que pacientes han transitado, tantas veces, nuestra ausencia en fechas importantes o simplemente nuestra ausencia en presencia, cuando el cuerpo está ahí, pero la mente no se baja de ese avión que es la adicción de ser parte del contar una historia, o La........
© La Razón
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