No es normal que una Dama Cadete de la Academia General Militar acuda a Palacio para conmemorar la Pascua Militar, la histórica conmemoración instituida por el buen rey Carlos III. Lo hizo tras recuperar Menorca en 1782 y como «ilusionado paso para la recuperación de Gibraltar» –paso frustrado como sabemos– uno de los costes que tuvo para España la Guerra de Sucesión.
Habiendo jurado recientemente Bandera, iniciando con firmeza y buen estilo su paso por las academias militares, la Cadete Borbón Ortiz formará en el acto junto al Rey, la cúpula de Defensa, el JEMAD y los mandos de los Ejércitos y la Armada. Quiso Carlos III darles a los de las dos Españas «una muestra de su real aprecio», ordenando a sus virreyes, Capitanes Generales, Gobernadores y Comandantes Militares reuniesen a las guarniciones y presidios y les hiciesen llegar su regia felicitación». En cierto sentido el protagonismo correspondería a los 3.000 efectivos militares desplegados, con riesgo y fatiga,–incluidas sus familias– por medio mundo.
Hoy, la conmemoración que preside el Rey no escapa de un tinte político, con mayor protagonismo de la ministra de Defensa que del JEMAD. Es una de las consecuencias políticas de la legislación emanada de la Transición –y no entro en su valoración– al no diseñar una línea clara de........