Una de las enseñanzas de mis mayores estaba dirigida a responsabilizarme de lo que hago y lo que digo. “La palabra es lo único que tenemos los pobres”, me decía mi abuela, en un afán de inculcarme esa parte de la herencia de nuestro pueblo, de la educación en la oralidad.
Hoy la palabra sale de mi boca esa boca que aprendió a masticar los sonidos, con cuidado
para oír aquellos disparos con los que lastimaron los oídos de mis mayores. ¡Somos su continuación! 500 siglos de estridencias, cientos de años de violencias
que estremecieron la piel que guarda, la música de nuestra memoria
disimulando los latidos de nuestro amor y compasión por la tierra.
Quisieron se diluya, nuestro ser y existencia en el silencio de las tumbas
pero desde ahí volvimos armadas de palabras.
Tengo la palabra mi abuela me entrenó la lengua desde muy niña hice los ejercicios de las 5 vocales para afilar las consonantes de un idioma que invadió nuestras bocas.
Hoy tengo los sonidos en los labios hoy tengo los signos en la mano escribo en la lucha de pueblos ancestrales, por eso mi mano está firme los sonidos del corazón que ritman esperanzas y marcan el tiempo de nuestro cambio.
Mi palabra, que es lo único que tengo promete a mis hijas e hijos que no descansaré, hasta acabar con todo tipo de opresiones y plantar las semillas de la comunidad de comunidades.
¡Hermanas y hermanos, ya es hora de decir lo que soñamos!
Julieta Paredes Carvajal es feminista comunitaria
Tenemos la palabra
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12.05.2024
Una de las enseñanzas de mis mayores estaba dirigida a responsabilizarme de lo que hago y lo que digo. “La palabra es lo único que tenemos los pobres”, me decía mi abuela, en un afán de inculcarme esa parte de la herencia de nuestro pueblo, de la educación en la oralidad.
Hoy la palabra sale de mi boca esa boca que aprendió a masticar los sonidos, con cuidado
para........
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