Mis libros arman una fiesta y no invitan. Deciden dónde asomar en los anaqueles, gestionan su espacio a voluntad. Aunque regularmente los ordeno, al par de semanas están de nuevo en caos: la mía es de veras una biblioterca. Hace días puse eso en Twitter; a muchas y muchos les gustó el neologismo “biblioterca”.
Me fascinan voces como ésa, efímeras; brotan igual que hongos en esta época de lluvias. Azarosas, obligan a frenar el paso y volver los ojos para ver si leímos bien. Incorporan matices agradecibles. A veces se me aparecen al teclear, pero casi siempre las acuño cuando requiero una expresión inexistente. Soy como el carpintero que busca una cuña específica, ésta no aparece y fabrica una nueva, con........