Aguas, RAE. Ahí te voy.

En la escuela fui una nulidad en atletismo y matemáticas, pero sentía un gusto fosforescente al poner distancia con la lengua que uso a diario (o ella me usa a mí), para preguntarme por qué hablamos como lo hacemos: las etimologías me volaron la cabeza.

Veneré a Isidoro de Sevilla, a Joan Corominas. Cuando supe que hemorragia, hematoma y anemia vienen del griego “háima, háimatos”, que significa sangre, sentí como si me presentaran a la parentela de esa voz primera. Fue emocionante intuir luego que hemático y hematoma proceden de la misma familia. Sabía que acuerdo implica un arreglo, pero la expresión se me pobló de sentidos al aprender que viene de “cor, cordis”, corazón: se precisa voluntad para llegar a un........

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