Noroña y el poder

Gerardo Fernández Noroña tiene 64 años y es un tipo muy inteligente. Perteneciente a una pequeña elite de personajes (si no imaginarios sí fantásticos) que han transitado por la política mexicana -desde Pancho Cachondo hasta la Tigresa- que ha sabido medrar a partir de la inconformidad y la lucha social hasta encumbrarse en la clase política nacional.

Lo vi por primera vez en 1996, a las afueras de Palacio Nacional, cuando esquivó al Estado Mayor Presidencial y se arrojó a los pies del entonces Presidente Ernesto Zedillo, quien de inmediato lo ayudó a incorporarse. “Joven, póngase de pie”, le habría dicho el Mandatario mientras le extendía la mano para ayudarlo a parar.

Noroña venía de la lucha estudiantil de los 80, primero en el Cecyt (hoy CBTIS) 210 y luego en la Universidad Autónoma Metropolitana donde fue presidente de la Sociedad de Alumnos y cabecilla en Sociología. Defendió con vehemencia a las víctimas del Fobaproa, encontró en los viejitos a seguidores cautivos y en cada presidente de la República a su villano favorito.

Explosivo dentro y fuera de las filas de la izquierda, fue candidato a diputado federal en 1988, fundador del PRD donde incluso fue vocero, candidato a diputado local y federal en otras ocasiones. Líder perredista en el estado de México, activista tras los sismos del 85. Es el creador de algo que llamó Asamblea Nacional por la Independencia de México.

Si bien era incómodo hasta para sus correligionario (pues fue desde criticar a las dirigencias nacionales del PRD, a las cúpulas familiares, el nepotismo y las tribus mayoritarias en el sol........

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