Andrés Manuel López Obrador pasará a la historia como un Presidente de mano dura que no dio tregua al sistema político que dominó al país durante más de ocho décadas, ni a los intereses que generó. Dejará la Presidencia tras sentar las bases de un nuevo régimen político, económico y social que, guste o no, definirá el rumbo de los mexicanos durante los próximos años.
Se ha mantenido firme el proyecto de nación para que los mexicanos encuentren armonía tras reivindicar en la vida nacional a los sectores que fueron excluidos durante los gobiernos de la postrevolución del PRI, y del PAN y el PRI en el nuevo milenio, y que fueron sentenciados a sobrevivir en la pobreza.
—Eso suena marxista, a lucha de clases, le dije a mi fuente. Sonrió y levantó los hombros. “No es marxismo ni populismo, es el anti establishment mexicano”, atajó y me hizo notar que en esta ruptura con el sistema establecido hay muchos ingredientes más allá de la dureza del Presidente AMLO con el antiguo poder y de su popularidad entre las clases medias y populares:
Una fuerte base social beneficiada por al menos un programa social del gobierno federal, una clase empresarial que simpatiza con la 4T, los factores de la producción alineados al nuevo modelo, la narrativa anti PRIAN, una relación política desacelerada con Estados Unidos, el control del Congreso de la Unión y un Poder Judicial en vilo.
Y si bien López Obrador se irá a vivir a su rancho en Palenque, dejará a sus más leales en posiciones clave del gobierno al tiempo de........