La primera vez que subí al Morro Sancancio fue hace 45 años. Por varias décadas alcancé su cima trotando, con el explícito propósito de hacer ejercicio, como parte de una ruta a cumplir. No era una práctica muy frecuente, pero teniendo en cuenta el paso del tiempo queda como saldo muchas subidas.
Pero hace tres años, lo ocasional se volvió frecuente y después rutina diaria. Con un objetivo claro de hacer ejercicio, ya no trotando pues mis tobillos han sufrido desgaste y lesiones, subo esta montaña caminando a muy buen paso en un recorrido que ya he memorizado. Y en esta rutina que pareciera ser ya mecánica, ha surgido una especie de milagro diario, cotidiano, infinitamente sencillo y al mismo tiempo prodigioso.
Salgo de mi casa en el barrio Palermo y en diez minutos, que podemos llamar de calentamiento, llego a la base del Cerro, justo donde queda la........