Esta debería ser la premisa para todo lo que nos proponemos hacer en la vida. Cuando hacemos las cosas con pasión nos brilla el ojo, marcamos la diferencia y proyectamos una energía que es completamente contagiosa; con una ventaja adicional, generamos y convocamos esfuerzos que en condiciones normales serían impensables.
La pasión lleva de la mano la buena actitud, obviamente me refiero a la buena actitud genuina, a la que se origina en una maravillosa energía natural, que se traduce en las ganas de querernos tragar el mundo todos los días; por ningún motivo a la fingida u obligada que exhiben muchas personas acosadas por el qué dirán. Me refiero más bien a esa que conecta fácilmente con los demás y que proyecta una enorme voluntad........