Las trampas de la democracia
Borges decía que la democracia es un abuso de la estadística y en parte hay que concederle la razón, pues a medida que avanzamos en el siglo XXI sabemos que las elecciones ya no se centran en los proyectos y programas económicos y políticos de los candidatos sino en las emociones primarias que suscitan en los electores con ayuda de los medios informativos y la algarabía infecta de las redes sociales. Los candidatos poderosos que cuentan con los miles de millones para poseer los grandes medios escritos y televisivos e inundar las redes sociales de propaganda, mentiras, calumnias y desinformación galopante, son los que tienen más posibilidades de terminar en la codiciada boleta final.
Los políticos desalmados que llegan a esas alturas deben tener el corazón y el estómago blindados contra los golpes bajos que se dan........
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