Rafael Veloz García: El impacto político del Premio Nobel de la Paz otorgado a María Corina Machado

María Corina Machado salió de su refugio clandestino en Venezuela con el objetivo de trasladarse a Oslo, Noruega, para asistir a los eventos que se programaron con motivo de la ceremonia de entrega del Premio Nobel de la Paz. La líder indiscutida de la oposición venezolana vivió una verdadera odisea para llegar allá, lo cual le impidió estar en el acto central para pronunciar su discurso. La responsabilidad quedó en manos de Ana Corina Sosa Machado, su hija, quien se ganó el corazón de todos los presentes y de muchos ciudadanos del mundo. Pero María Corina Machado llegó y en horas de la madrugada del jueves, desde un balcón del Grand Hotel de Oslo saludó a cientos de compatriotas y entonó el Himno Nacional de Venezuela. Entre la multitud se dejaron escuchar frases como «¡El Nobel es nuestro!», ¡Líder, te queremos!».

Más allá de la compleja y riesgosa travesía que tuvo que cumplir María Corina para llegar a Oslo, de las palabras llenas de respaldo y admiración por su lucha de líderes del mundo libre, de su encuentro con familiares que no veía en mucho tiempo y de las manifestaciones de alegría de los venezolanos en la ciudad noruega, que sin duda son aspectos muy relevantes de este capítulo histórico, enfocaremos nuestro artículo de esta semana al análisis que hemos hecho sobre el impacto político del Premio Nobel de la Paz otorgado a María Corina Machado y su proyección internacional. Para comenzar, es menester presentar un fragmento del poderoso discurso que preparó la líder venezolana y que se difundió en Oslo:

«A más de doscientos veinte adolescentes detenidos tras las elecciones (presidenciales de 2024) los electrocutaron, golpearon y asfixiaron hasta forzarlos a decir la mentira que el régimen necesitaba difundir: que habían sido pagados por mí para protestar. Mujeres y adolescentes encarceladas siguen hoy sometidas a esclavitud sexual, obligadas a soportar abusos a cambio de una visita familiar, una comida o el simple derecho a bañarse. Aun así, el pueblo venezolano no se rinde. Durante estos dieciséis meses en la clandestinidad hemos construido nuevas redes de presión cívica y de desobediencia disciplinada, preparándonos para una transición ordenada hacia la democracia. Así llegamos hasta el día de hoy, en el que resuena el clamor de millones de venezolanos que ya sienten cercana su libertad. Este premio tiene un significado profundo: le recuerda al mundo que la democracia es esencial para la paz. Y lo más importante, el principal aprendizaje que los venezolanos podemos compartir con el mundo es la lección forjada a través de este largo y difícil camino: si queremos tener democracia, debemos estar dispuestos a luchar por la libertad. La libertad se........

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