El 20 de mayo de 1993 la Corte Suprema de Justicia [CSJ-ponencia de Gonzalo Rodríguez Corro] dictaminó que existían razones suficientes en el antejuicio de mérito para procesar a Carlos Andrés Pérez [CAP], el cual insistió en todo momento en su inocencia y en la tesis de una conspiración puramente política urdida por sus enemigos. Al conocerse el fallo judicial, CAP lanzó su propia sentencia en la cual alertaba que no era una decisión de un juez sino “el espíritu inquisitorial y destructor que no conoce límites a la aniquilación-moral o política-de la rebelión de los náufragos de las últimas cinco décadas: los rezagos de la subversión de los años sesenta, los derrotados en las intentonas subversivas del 4F y el 27N-1992 y los nuevos reclutas que conformaban la abigarrada legión de causahabientes”.
Con esta proclama CAP resumía medio siglo de reconcomios, soberbia e inmadurez política, cuya conjura histórica nos condujo injustamente a lo que podríamos denominar, el holocausto políticos venezolano que hoy padecemos: Más de 8 millones de venezolanos desplazados, millones en situación de hambruna, millones de muertos por violencia, criminalidad y delincuencia y millones sumergidos en la mas profunda miseria.
Del Petro-Estado a Estado liberal. Quiera Dios…
CAP justificó sus acciones de gobierno alegando que “ya no era posible el estatismo, porque el Estado macrocefálico había llegado a su fin”. La armonía social [Dixit Moisés Naím] financiada de manera ilimitada por el petróleo, colapsó.
Un país petrolero que generó cincuenta años de deformaciones. CAP asumió la impopular tarea de intentar un salto a la modernidad. Pero sus enemigos “no [le] perdonaron haber sido dos veces presidente por aclamación popular […] ser parte consustancial de la historia venezolana de este medio siglo […] enfrentar los avatares y salir victorioso de ellos”, por lo que concluía que “quienes han conducido al país a esta encrucijada dramática de su historia, tendrán que asumir su responsabilidad”. No la asumieron y los que aún viven, no la asumen.
CAP logró una visión muy exacta de lo que nos tocaría vivir. Lo anticipó con un poderoso acto de fe y dolor pero sin rencor: ”Quiera Dios que quienes han creado este conflicto absurdo no tengan motivos para arrepentirse”. Y ese proceso de contrición, redención y propósito de enmienda, aún lo estamos esperando. “Vete y no peques más…” como respondió Jesús, fue en pocas palabras la actitud de CAP. A sus enemigos los invitó a arrepentirse, los perdonó, y los alertó adonde nos........