Leon Sarcos: La música, sutil y misteriosa forma de tiempo
La música produce un tipo de placer sin el cual la naturaleza humana no puede vivir. Confucio. La música es el corazón de la vida. Por ella habla el amor; sin ella no hay bien posible y con ella todo es hermoso. Franz Liszt. Cuando la música te alcanza no sientes dolor. Bob Marley.
Somos los seres humanos una conjunción de tiempos, un interminable alfabeto de razones, un infinito e involuntario padecer de sentires. Por eso me gusta escribir que en verdad somos una armónica, larga y compleja aleación que incluye ADN, familia, maestros, lecturas, música, amigos, compañeros de jornadas, entornos, aciertos y desaciertos que hacen de nosotros bellas y enigmáticas criaturas cuyo futuro constituye hoy un verdadero acertijo.
Si hay genuinos e inseparables amigos, confidentes amorosos y fraternos, mientras dure la vida y aun después, son los libros y la música. Los primeros sabemos cómo operan en nuestro proceso de aprendizaje. La música tiene un comportamiento distinto. Es más ambigua en sus efectos; va identificando nuestras vidas, como pisos de un gran edificio que vamos habitando, con sus respectivos ambientes musicales en distintas épocas, que la enriquecen, la empobrecen o la enturbian, pero en ningún momento dejan heridas en nuestra piel; cuando más cicatrices que, al tocarlas con ternura, se vuelven memorias que nos evocan momentos que también se tornan sublimes disfrutes.
Ámame tiernamente
La música en el alma puede ser escuchada por el universo. Lao Tze.
No recuerdo, y lo lamento, el instante en que estas dos canciones entraron en mi subconsciente para quedarse para siempre: Love me tender, adaptada por Elvis Presley de Aura Lee, una una pieza musical que tuvo mucho éxito a principios de la Guerra de Secesión en 1861, y que los dos bandos, norte y sur, tarareaban por igual.
Sería cantada en West Point y cuando Elvis interpretó su arreglo en el Show de Ed Sullivan en 1956, la compañía disquera RCA recibió una demanda del sencillo que superó el millón de copias el mes antes de que se estrenara la película con el nombre homónimo a la canción, por lo que sería certificada disco de oro antes de editarse.
La otra, que se estrenaría en 1955, sería Only you, interpretada por The Platters. Dos canciones de amor que para mí se convirtieron en verdaderos himnos que sedujeron mi alma, desde no sé cuándo, no solo por su calidad musical y por la inolvidable voz de sus intérpretes, sino también por lo sublime de sus versos, de tanto arraigo en calidad de amorosa anticipación.
A partir de la niñez, la vida nos ofrece a cada uno un largo y emotivo abanico de opciones musicales. Unas, pasarán sin quedarse, otras nos ofrecerán simples descubrimientos de ligeras sensaciones, pasajeras, un simple guiño a nuestros corazones; otras se quedarán para que las vayamos guardando en la infinita alforja del alma y la memoria, y a las que solo la vida y la consolidación de nuestros gustos y vivencias irá arraigando hasta formar parte esencial de lo que serán nuestras definitivas preferencias.
El beso de los Churumbeles de España
Puedo recordar, como si fuera ayer, las otras tres de las que primero tuve conciencia cuando desperté al mundo en 1958 y apenas era un bebé que mis muchas hermanas lanzaban al aire como un muñeco con los ojos muy abiertos: Besito de coco, con Celio González y la Sonora Matancera y Apágame la vela María, interpretada por Víctor Piñero –de un LP grabado por el maestro Billo con músicos cubanos–, y El beso, de los Churumbeles de España, que escuchaba mi padre y mi madre con gran deleite los fines de semana, pues él se sentía más español que un hijo de Andalucía, en particular por su gran afición a la tauromaquia.
Las dos primeras no reflejaban para nada los dos hermosos procesos socio-políticos en ciernes que cambiarían para siempre la vida de los habitantes de Cuba y de Venezuela. Dos historias de países, dos momentos cruciales, dos contextos convulsionados socialmente, dos modelos a punto de imponerse en dos países de América Latina: el comunismo cubano y la democracia liberal.
Música de pasada
En la primaria las buenas notas eran premiadas con viaje a los orígenes, a la casa de mis abuelos maternos, la Guajira o la tierra seca, llamada así por mis paisanos, por la inclemencia de los veranos y lo implacable de los rayos del sol con la piel de sus hijos, que da la impresión de que quisiera tatuarlos a la tierra.
En un rústico que nos servía de transporte escuché por primera vez México lindo y querido, con el tenor Jorge Negrete y Juan Charrasqueado, que era muy valiente, borracho, parrandero y jugador. Los vallenatos eran tantos y tan continuados que me abrumaban.
El grupo que más recuerdo es Los Corraleros de Majagual, mezcla de vallenato y corrido sabanero, con Quiero sentarme contigo en la hierbita. Otros muy buenos y sobrios como los del maestro Escalona y Omar Geles; la mayoría, patéticos. Está demás decir que la gaita siempre estaba ahí, al principio y para siempre: Así es Maracaibo del Barrio Obrero, Aniceto Rondón y todo lo de Cardenales, Rincón Morales y Saladillo.
Amor inocente de bolero
La música es el tipo de arte que está más cerca de las lágrimas y la memoria. Oscar Wilde.
Era muy curioso de niño, inquieto, liberal y temerario hasta ponerme en........
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