Humberto García Larralde: Entrampado en su retórica de guerra
El fascismo sólo entiende la lucha política como una guerra. En su ideario no tiene cabida la búsqueda de consensos para aprobar políticas por medio de la negociación. Sus adversarios no son tales sino enemigos, contra quienes se exacerban las pasiones para asegurar su derrota en cualquier contienda, sea política, social o de calle. Para ello construye una narrativa que invoca gestas heroicas de epopeyas mitificadas, en las que el “noble pueblo” –o la “etnia superior” — forjó las virtudes que le permitieron imponerse. Deben ser recobradas para inspirar los combates de hoy. Un lenguaje cargado de odios, formulado con base en medias verdades y/o elucubraciones inventadas, descalifica con los peores epítetos a los que son proyectados como enemigos. Así justifica su aniquilación.
Una vez en el poder, estos adversarios-qua-enemigos son discriminados. Son desconocidos sus derechos y los medios de violencia conferidos al Ejecutivo en democracia para resguardar el orden legal, son dirigidos en su contra para sojuzgarlos, convirtiéndose en instrumentos de terrorismo de Estado. Éste deviene en aparato de dominación y control abierto de la nación de una parcialidad fanática que, al autocalificarse como su exclusiva y legítima representación, asume ser su dueña.
El dominio fascista requiere alimentar deliberadamente esta situación de conflicto para mantener viva la tensión de lucha de sus huestes contra el enemigo. Porque el fascismo no apela a la razón, sino a la pasión, a los odios, resentimientos y la sed de venganza. El carisma del líder visionario a quien veneran y rinden culto deriva, precisamente, de su capacidad para activar estas emociones. Moviliza a sus partidarios en pie de guerra contra sus “enemigos”. Su narrativa no pretende convencer al individuo común de las virtudes de su política, sino blindar a sus seguidores contra cualquier simpatía con ideas distintas. Es un constructo ideológico en que se refugia el fascismo, cual burbuja, que anula todo pensamiento ajeno. Lo que aparenta ser una propuesta de política para ganar el favor popular es, en realidad, una clarinada para exacerbar el espíritu de combate de sus mesnadas.
Chávez fue muy........





















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