Estamos ya a pocos días de la fecha fijada para el acto de votación en la elección presidencial. Asistimos a una campaña electoral totalmente atípica, a una campaña desplegada, en el seno de una nación donde los poderes del estado han sido convertidos en comando de campaña, para perpetuar en el poder a una camarilla incompetente y corrompida.
Nunca antes en nuestra historia democrática habíamos participado en una campaña electoral donde el estado se haya desplegado para perseguir, criminalizar y atropellar a su competidor en el proceso. A esta hora ya son centenares las víctimas de esa política represiva utilizando la fiscalía, tribunales, policías, ministerios, gobernaciones, alcaldías, SENIAT, grupos armados y demás entes del estado. No le ha sido suficiente el uso de los bienes, dineros y recursos del estado para hacer la campaña del candidato a la presidencia vitalicia; no le ha bastado el uso y abuso del sistema de medios de comunicación públicos y el control sobre los pocos medios privados. Todos los días abusan más en su pretensión de perpetuarse en el poder. Ese cuadro de desesperación que estamos presenciando es el resultado de una estrategia fallida.
Maduro y su camarilla pensaron que repetirían el escenario electoral del 2018. Se dedicaron durante estos años a crear las condiciones para efectuar un proceso electoral, en medio de un ecosistema político artificial, donde la oposición verdadera no participaría y en consecuencia con su plan de fragmentación, confiscación de la representación legal de........