Con tiranía, la Navidad no es feliz, por Antonio Ledezma |
La Navidad, cuando se vive bajo tiranía, deja de ser promesa y se convierte en herida. No hay luces que oculten las rejas, ni villancicos capaces de silenciar los gritos que brotan desde las mazmorras del poder. En Venezuela, la Navidad no llega: es perseguida, encarcelada, desaparecida.
El régimen no se conforma con encarcelar ideas. Castiga apellidos, vínculos, palabras dichas en voz alta o enviadas en un audio comunitario. Así se entiende la condena infame contra Rafael Tudares, sentenciado a treinta años de prisión no por un delito, sino por ser el yerno del presidente legítimo Edmundo González. En Venezuela, amar a la persona equivocada se paga con décadas de encierro.
La misma pena absurda recayó sobre Marggie Xiomara Orozco, una mujer de 65 años de edad, residente en la comunidad de San Juan de Colón del estado Táchira, cuyo crimen fue cuestionar al poder en redes sociales. Y más recientemente, Marcos José Palma, vecino de un sector entre la carretera vieja de Caracas y Los Teques, fue castigado con quince años de cárcel por atreverse a denunciar, en un audio comunitario, el colapso del servicio de gas doméstico. Una jueza servil firmó la sentencia. El gas faltaba; la justicia........