Antonio de la Cruz: Chile y el voto del cansancio
Las elecciones ya no se deciden comparando programas, sino administrando emociones: cuando el miedo pesa más que la esperanza, la política deja de prometer y empieza a castigar.
Las elecciones no siempre consagran un proyecto; a veces certifican un agotamiento. La contundente victoria de José Antonio Kast en Chile —58,6% de los votos, triunfo en todas las regiones, incluidas aquellas donde la izquierda se sentía inexpugnable— pertenece más a esta segunda categoría. No es la exaltación de una ideología extrema (pinochetismo) lo que explica el resultado, sino el hartazgo acumulado frente a un experimento político que prometió refundación y entregó frustración.
Chile, que durante décadas fue presentado como una excepción latinoamericana —previsible, institucional, reformista sin estridencias— ha entrado en el terreno más inestable de la política contemporánea: el del voto emocional, el del castigo, el de la ruptura como alivio psicológico.
El riesgo como refugio
Cuando un electorado siente que pierde —seguridad, prosperidad, control sobre su vida cotidiana— deja de razonar en términos de mejora y empieza a decidir en términos de reversión. Ya no pregunta quién gobernará mejor, sino quién no es responsable de lo que considera un deterioro. En ese momento, el riesgo deja de ser un problema. Se convierte en una tentación.
José Antonio Kast encarna ese riesgo. No lo oculta ni lo disfraza. Pero frente al gobierno progresista asociado, justa o injustamente, al desorden,........





















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