Todos los veranos el ayuntamiento de Madrid transforma la gigantesca plazoleta principal del Palacio de Cibeles, edificio centenario donde opera la alcaldía de la ciudad, en un cinema itinerante en el que cada noche, durante más de una cincuentena de funciones, se proyecta un amplio catálogo de películas que va desde clásicos atemporales hasta estrenos rutilantes de cartelera.
En una de aquellas noches, viendo “La Otra Cara de la Luna” y camuflado entre la muchedumbre silenciosa con audífonos que reía al unísono, me atacó la irremediable nostalgia de estar participando de una de las últimas temporadas que le quedan a estos rituales colectivos del séptimo arte.
A medio camino del quinto año post-pandemia, y con la inflación remitiendo lentamente a nivel global hasta cauces más regulares, pareciera que todo ha regresado a la........