Hace unos meses el follón político se centró en que se iba a introducir en el Congreso de los Diputados de España el derecho al uso de las lenguas cooficiales (catalán, gallego y vasco).
Dada mi experiencia como cargo público (fueron 16 años en los que siempre estuve en la oposición y sólo, o bien en el Ayuntamiento de Zamora o bien en la Diputación) conozco de primera mano que en general los grupos no se escuchan (o al menos los que gobiernan no hacen caso de los otros).
Por tanto, cuando algunos partidos (fundamentalmente de derechas en este caso) por eso de llevar la contraria decían que no era necesario incorporar esas lenguas porque todos tenían como lenguaje común para entenderse el español (o castellano), me partía de risa, pues pensaba. "Que cínicos, si les importa un pepino lo que diga el contrario, si incluso cada parlamentario podría........