Pesadilla después de Navidad

Miles de agricultores bloquean Bruselas. / Cedida

No he ido en peregrinación a Fátima, pero casi. No estoy como recién salida del concesionario, pero casi. Puedo asegurar y aseguro que de existir una ITV humana, la pasaría. No como mi coche, que pese a estar más estupendo que yo, ahí sigue varado con sus pegatinas de rebelde con causa.

Escandalizada ante la falta de vocación de ciertos traumatólogos, le harían un gran servicio a la humanidad si en lugar de pasar consulta, hicieran las mechas o vigilaran la Operación Paso del Estrecho, pedí amparo a la medicina privada y en menos que canta mi gallo libertario salí con ambas manos infiltradas.

Por lo que entraré en el nuevo año en modo bárbaro, pero como un bárbaro que le ha visto las orejas al lobo. Menos mal que esta Navidad, vaciada y triste Navidad, mis ovejas se pusieron de acuerdo para parir multitudinariamente en verano y otoño, y no estoy dando un palo al agua.

Estoy trabajando menos que un político. Uno de esos holgazanes que pidieron a los Reyes Magos y al Régimen del 78 trabajar poco y cobrar mucho, y por eso no regresarán al tajo hasta febrero. Salvo claro está, los padres de la democracia de la vecina Extrema y Dura, cuna de la torta del Casar de Cáceres.

Ese exquisito queso hecho con la leche de aquellos rebaños de merinas inabarcables a la vista que dominaban la Dehesa. ¡Qué tiempos aquellos! Cuando se conducía por la Ruta de la Plata camino de las........

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