¡Otro año que tal baila!
No se escucha el clamor de estar celebrando algún éxito, ni tampoco ayes que sugieran que se ha producido una tragedia. Ni se ve a la gente que acuda al trabajo con mejor cara que la de hace unos días. Ni el ascensor que suele atascarse en el «tercero» llega a funcionar como Dios manda. Todo continúa igual. Si acaso con algo menos de dinero en el bolsillo, por haber hecho un esfuerzo para preparar comidas especiales y hacer algún regalo. Todo sigue igual. Y no por falta de haber brindado con un cava de Zamora por el nuevo año. Ni por no haber tomado las uvas, coincidiendo con las campanadas del reloj de la Puerta del Sol de Madrid. Todos los años es lo mismo.
Deseos de mejorar en todos los sentidos y empeño en afrontar ciertas cosas que hasta el momento no nos atrevíamos a meterles mano. Pero no sirven para nada, ya que la vida continúa avanzando por una senda trazada por otros y no está dispuesta a cambiar de rumbo por mucho que invoquemos al dios Baco o el espectacular órgano reproductor de Rasputín, cuyo cumpleaños número 155 se........
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