La hora del Belén |
Niños pastores en la cabalgata de Reyes de 1964. / Archivo TLM
Es hora de sacar el belén de su caja, después de un año de ostracismo, olvidado en lo más profundo de un armario. La fantasía del belén llega a ser todo un compendio vital: un pequeño universo de mentirijillas donde las montañas de cartón, la cola, la harina impoluta y la bandera de España reúnen el sentir de quien lo monta.
Junto al portal se crean escenas variopintas que tienen mucho que ver con la idiosincrasia del territorio donde se instala: un estudio antropológico, un mundo en miniatura que refleja conceptos y ensoñaciones casi siempre anónimas. Así, encontramos un cúmulo de ancestrales oficios que se reparten la mayoría de las escenas, junto a unos pastores de bucólica vocación que, con el paso de los años, desde Francisco de Asís, han visto gravemente deteriorada su imagen. Hay pastores en diversas facetas: bacanales impías que dicen poco de su honorabilidad, dándole a la bota de vino como posesos, durmiendo la mona tumbados a la bartola, jugando como viciosos ludópatas al........