Semana de contrastes y paralelismos. Polarizaciones sociales y deportivas. Extremismos a la deriva y la sociedad en alerta. Algunas veces hemos recordado que sabemos el peso que puede soportar un puente, pero no lo que puede resistir la espalda de una persona. Tampoco lo que pueden soportar una afición o un pueblo.

España y el fútbol patrio se dan la mano en una resaca de navidad que puede ser principio y fin de dos épocas diferentes. Y, como en un san Juan tan particular como anticipado, quizá sea el momento de quemar lo viejo en un ambiente festivo para ahuyentar sus malos espíritus y abrazar gozosos una etapa de paz y esperanza.

Así, mientras en España el personal sin etiquetas —la inmensa mayoría—prefiere no pensar en los disparates que hacen sus mandamases, aunque solo sea para no cabrearse demasiado y dejar el corazón tranquilo, la Supercopa de España en Arabia nos ha traído el contraste entre el gozo de la competición y la certidumbre de estar supeditada al dinero. Y la sospecha de que está amañada para que lleguen el Madrid y el Barça a la final se fundamenta en el propio contrato que hicieron Rubiales y Piqué con los jeques: si juegan los dos grandes esta competición hay más dinero para todos; empezando por ellos mismos, claro.

Federación, intermediarios y clubes se estrechan una mano mientras con la otra se guardan la pasta en el bolsillo. Y los demás, a aplaudir y mirar sin más esperanza de que resulten partidos entretenidos como la semifinal entre Madrid y Atleti, en claro contraste también con la otra soporífera entre Barça y Osasuna. ¿Y sus aficiones? Pues a miles de kilómetros mirando la caja tonta, como aquel dislate de que si la violación es inevitable hay que relajarse y disfrutarla. Penoso todo, por mucho gozo que generaran los ocho goles de un partido trepidante de los que hacen afición, aunque pareciera de guante blanco.

Esta columna no es un alegato contra la evidente globalización del fútbol, sino la constatación del peligro de que esa marea mundial en todas las facetas de la vida solo tenga el denominador común de la ambición económica, dejando de lado el humanismo necesario para sentirnos mejor y vernos reflejados para bien en la Aldea Global que preconizaba con acierto el pensador canadiense McLuhan en los años sesenta del siglo pasado, cuando aún no existía internet, refiriéndose básicamente a la comunicación social en el mundo.

Entrando en materia, el Madrid y el Barça llegan a una final que constatará sus diferentes estados. Puede refrendarlos y, si no resultara la lógica, podría ser un punto de inflexión positivo para los culés. Si los blancos mantienen su velocidad y potencia física tendrán mucho ganado. Pero si los blaugranas despiertan del letargo tornando en acierto su lentitud atrás y delante, que ya comentamos, veremos un partido disputado con las tensiones clásicas entre ellos. Antes del encuentro, los merengues ganan en banquillo y en sensaciones deportivas, aunque ante un partido entre grandes todo pronóstico es arriesgado.

No obstante, quien más se juega es Xavi. Argumentamos hace unas semanas que el técnico del Barça arriesga no solo su puesto, sino su carrera. Y como consecuencia, los nervios le están causando contradicciones y salidas de tono impropias de uno de los mejores futbolistas españoles de todos los tiempos. El año pasado salió de Arabia con nota por su gran victoria ante el Madrid, refrendada con la Liga, pero este puede serle letal si no revierte las dudas del entorno barcelonista. Sus críticos abonarán el reproche de no haber sabido mantener y superar el buen nivel exhibido, contando ahora con mejor plantilla, aunque olvidan la ausencia de Busquets. E, inexorablemente, el sambenito de incapaz lastrará su futuro.

Y llegamos a la vergüenza nacional. El asunto Negreira es el mayor escándalo histórico del fútbol. Y lo que vamos sabiendo reafirma lo que reiteramos en su momento. Es necesaria una limpia total, empezando por el estamento arbitral y quienes sobreviven de esa época, con Medina Cantalejo y Clos Gómez a la cabeza, y terminando con Laporta, quien casi triplicó la mordida al número dos de los árbitros españoles. Emoción y corrupción son incompatibles.

Nuestro gozo futbolero debe basarse en una limpia ejemplar, sea por la supuesta honestidad exigible a la mujer del César o por la venda que cubre los ojos del icono, también femenino, de la Justicia.

Hay gozos que sin limpieza son estériles.

QOSHE - Del gozo a la limpia necesaria - José Luis Ortín
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Del gozo a la limpia necesaria

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15.01.2024

Semana de contrastes y paralelismos. Polarizaciones sociales y deportivas. Extremismos a la deriva y la sociedad en alerta. Algunas veces hemos recordado que sabemos el peso que puede soportar un puente, pero no lo que puede resistir la espalda de una persona. Tampoco lo que pueden soportar una afición o un pueblo.

España y el fútbol patrio se dan la mano en una resaca de navidad que puede ser principio y fin de dos épocas diferentes. Y, como en un san Juan tan particular como anticipado, quizá sea el momento de quemar lo viejo en un ambiente festivo para ahuyentar sus malos espíritus y abrazar gozosos una etapa de paz y esperanza.

Así, mientras en España el personal sin etiquetas —la inmensa mayoría—prefiere no pensar en los disparates que hacen sus mandamases, aunque solo sea para no cabrearse demasiado y dejar el corazón tranquilo, la Supercopa de España en Arabia nos ha traído el contraste entre el gozo de la competición y la certidumbre de estar supeditada al dinero. Y la sospecha de que está amañada para que lleguen el Madrid y el Barça a la final se fundamenta en el propio........

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