En la tarde del pasado 10 de enero, Sánchez sonreía relajado y declaraba que «bien está lo que bien acaba». Culminaba una tormentosa tarde parlamentaria en la que se habían aprobado dos de los tres decretos que el Gobierno sometía a consideración de la Cámara. Uno había decaído, el relativo al subsidio de paro, pero el presidente del Gobierno se mostraba ufano, a pesar del fracaso de una medida que pretendía mejorar la vida de las personas más vulnerables. Quizá porque él y su partido sí habían sido capaces de sacar adelante, con el apoyo de los de Puigdemont, sus propuestas.
Lo cierto es que los tres partidos estatales progresistas que se sientan en el hemiciclo (PSOE, Sumar y Podemos) tuvieron comportamientos que evidencian la existencia de una fuerte competición política-electoral entre ellos, que tiene como consecuencia una rebaja de las expectativas de cambio progresista en este país. Los resultados del 23J, merced al papel más relevante que han otorgado a la derecha soberanista catalana, no han hecho sino consolidar esta tendencia.
Prueba de ello es lo que ha ocurrido con el decreto de medidas anticrisis que la parte socialista del Gobierno ha negociado con aquella. Como es conocido, incluye la rebaja de los impuestos de la luz y del gas por debajo del nivel que mantenían antes de la adopción de las medidas excepcionales, la reducción del IVA de los alimentos básicos, el descuento de transportes, la prohibición de desahucios a personas en........© La Opinión de Murcia