Acompañando a don Quijote no entramos jamás en ninguna ciudad. Sólo en Barcelona, que al final, resulta un verdadero non plus ultra para el hidalgo. Desde allí comienza su forzado regreso al hogar. La geografía que rodea la vida del ingenioso hidalgo puede llegar a ser un poco difusa, como prueba la existencia de Barataria, rara ínsula terrestre que no aparece en ningún mapa. Incluso la patria de don Quijote (ese lugar de cuyo nombre, Cervantes no quiso acordarse) es un misterio. Ni patria ni identidad, porque tampoco existe certeza alguna sobre si don Quijote, antes de ser caballero, se llamaba Quijada o Quesada.
La situación no puede ser más diferente en la historia de Avellaneda, cuyo falso don Quijote es natural de Argamasilla (sea de Alba o Calatrava, ya resulta más concreto que el innominado lugar cervantino), y no tarda en llegar a Zaragoza. La identidad del caballero queda asimismo bien establecida, pudiendo afirmar, sin género de dudas, que el loco visitante de la urbe aragonesa se llamaba Martín Quijada. En la historia apócrifa razón y locura no se........