Ginés de Pasamonte tiene el raro privilegio de aparecer tanto en la primera como en la segunda parte de las aventuras de don Quijote. De entre los galeotes condenados, este va especialmente provisto de cadenas; y por cierto, que no es exagerada prevención. Es orgulloso y tiene una actitud desafiante, su mirada amenazadora desprende un fuego como el que sólo existe en las calderas del Infierno. Ufano de su valía, ha compuesto un libro con la historia de su vida. Con él superará a las demás historias y biografías de otros malhechores que por ahí circulan. Y así como don Quijote quiere ser un caballero que adelante al célebre Amadís, Pasamonte, por su parte, desea eclipsar la fama del Lazarillo, y ser el pícaro más grande sobre la Tierra. Aún dominado y sometido por los hierros que lo doblegan, inspira miedo. Pobre de aquel que se burle de Ginés, llamándolo Ginesillo, quizá no viva para ver otro día. Cuando, al fin, se desprende de sus cadenas, reacciona como la serpiente que cantan las fábulas, aquella que yerta de........