Meliá y el turismo que suma

Meliá y el turismo que suma / L.O

La apertura de un hotel siempre debería celebrarse. Digo siempre y lo digo sin complejos, aunque alguno ya esté afilando el colmillo ideológico mientras lee estas líneas. En Málaga, además, parece casi un acto de rebeldía decirlo en voz alta. Vivimos tiempos en los que todo lo que huela a turismo se mira con sospecha, se señala con el dedo y se coloca directamente en la diana de todos los males: la vivienda, la gentrificación, la pérdida de identidad, el apocalipsis urbano y, si te descuidas un poquillo, hasta el cambio climático.

Por eso escribo hoy. Porque frente al ruido, conviene pararse a pensar. Y porque la reciente apertura del ME Málaga, de la cadena Meliá, en plena calle Victoria, en la Plaza de la Merced, es una noticia excelente. Y lo es por muchos motivos. Muchísimos. Tantos que cuesta entender por qué algunos se empeñan en leerla como si fuera una tragedia griega.

Empecemos por lo básico: que abra un hotel en Málaga es, sencillamente, una buena noticia. Así, sin matices previos ni disculpas posteriores. Yo soy un firme defensor de los hoteles. Me gustan. Creo en ellos. Y, más aún, creo que son el futuro de las ciudades que quieren convivir con el turismo sin morir en el intento. Frente al modelo desordenado -y a menudo injusto- de las viviendas turísticas, los hoteles juegan en otra liga. No “roban” viviendas a los ciudadanos,........

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