La transición energética no es una posibilidad, es una necesidad. En estos momentos, es la energía generada por el viento, el sol y el agua la alternativa a los combustibles fósiles; sobre todo, si mantenemos relegada a la fusión nuclear. Seguramente, en el largo plazo seamos capaces de acumular esa energía en forma de hidrógeno; y, sin duda, existe margen para impulsar la eficiencia en el consumo. Pero es inevitable que en las próximas dos o tres décadas los enchufes eléctricos aumenten enormemente su relevancia. Nos está pasado ya en los hogares; conforme sustituimos coches de gasolina por eléctricos o híbridos enchufables; o a medida que desmontamos las calderas de gasoil para instalar bombas de calor basadas en aerotermia o geotermia.

La demanda eléctrica se dispara, pero las redes no están preparadas. Las autovías, las carreteras y las pistas eléctricas actuales no están dimensionadas. Y eso es un problema para los hogares, pero también para las empresas. Algo aparentemente tan básico como contar con suministro eléctrico suficiente, estable y a precio razonable se está convirtiendo en un factor limitativo. Los casos de la factoría de Stellantis en Vigo o de Altri en Palas son dos ejemplos conocidos. Pero cada día hay más. Por eso, necesitamos que la planificación de redes eléctricas pase a ser un asunto prioritario de las agendas del gobierno central y el autonómico en lo que queda de década. Y que las empresas del sector estén a la altura.

Nos encaminamos a un mundo electrificado. Necesitamos enchufes.

La electrificación requiere adaptación

La electrificación requiere adaptación

La transición energética no es una posibilidad, es una necesidad. En estos momentos, es la energía generada por el viento, el sol y el agua la alternativa a los combustibles fósiles; sobre todo, si mantenemos relegada a la fusión nuclear. Seguramente, en el largo plazo seamos capaces de acumular esa energía en forma de hidrógeno; y, sin duda, existe margen para impulsar la eficiencia........

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