Antes de ser mi padre, Manolo Peñamaría fue un niño bueno al que le tocó vivir la posguerra, educado para dar besos al pan, ayudar a los más débiles, defender y defenderse de las injusticias y regalar afecto a raudales.
Por ello, hoy no puedo evitar pensar en Garcés, el protagonista de Crónica del Alba, así como en su maestro Anthony Quin, cuando le decía: «Oye, Pepe, ya sabemos que los amigos se dan la mano, pero ¿a mí podrías darme........