Ante las deslucidas y patéticas condiciones en que está la acción gubernamental del presidente Gustavo Petro y la generalidad de su equipo, resulta esperanzador el compromiso asumido por el mininterior, Luis Fernando Velasco, a propósito de las próximas elecciones regionales de octubre, anunciando una estrategia especial para proteger la ciudadanía acosada por grupos violentos.
La importancia de estas justas estriba en la demostración clara y plena de que la democracia e institucionalidad de Colombia no están arriesgadas por suerte de los vaivenes y desaciertos que los funcionarios oficiales producen en la ya improbable concreción de la ‘paz total’ (ni siquiera parcial parece), que han conducido al fortalecimiento y desmadre de las acciones criminales de todos las bandas narcoterroristas que azotan el país, ninguna fundada hoy por hoy en propósitos que siquiera se acerquen a motivaciones políticas.
Las actuaciones de la ya larga vida pública del ministro Velasco en su paso por el congreso han tenido la marca de responsabilidad, compromiso con la nación y altura de criterios públicos, que no se notan disminuidos por su beligerancia y derrotero de los últimos tiempos acompañando el progresismo que esgrimió Petro en su campaña. El ideario liberal que le mueve no denota un matiz radical de izquierda; se entiende que su salida del partido no tuvo que ver con posturas extremistas, sino con diferencias por los manejos del expresidente César Gaviria en su posición de director, que abiertamente le cerraron el paso para consolidar su liderazgo merecido. A diferencia de su antecesor, Álvaro Prada, Velasco no se ha comprometido con la defensa a ultranza de las aventuras revolucionarias del ‘caudillo’ Petro que están propiciando levantamiento popular, creación de milicias y divisiones de fondo fundadas en el odio de clases. Más bien se le ha notado un poco de hastío con los discursos y posturas tuiteras del presidente y algunos ministros que, con ‘buenas maneras’ y solapadamente como el nuevo ministro de salud, Guillermo Jaramillo, insisten en falacias para conseguir apoyo a las reformas en entredicho.
Si Velasco afirma que las amenazas proferidas por las disidencias no pueden ser respondidas “con cartas o mensajitos” sino con “actuaciones de la fuerza pública”, es señal de que su seriedad no se reduce para congraciarse con los criminales; de hecho, aludió al comisionado de paz que les implora no ser malos y negociar la paz. Ojalá acertemos con este vaticinio.