Limaná es la simpática mezcla de dos palabras: “Lima”, la ciudad que acoge al restaurante, y “maná”, el bocado celestial con el que Dios alimentó a su pueblo. También es el sueño convertido en realidad de Anita Belaunde, una empresaria que trabajó en el rubro de seguros, de las AFP y, antes de abrir Limaná, en turismo.
Inca Rail, uno de los operadores de los trenes de Cusco hacia Machu Picchu, era una empresa de su familia. Al venderse, Anita decidió que su nuevo emprendimiento tenía que estar relacionado con las tareas que desarrolló en Inca Rail. “Tanto en Inca Rail como en Limaná, mi objetivo es mostrar lo mejor del Perú al mundo”, nos dice con orgullo.
“Me gusta recibir gente en mi casa, amigos, familiares. Soy una buena anfitriona. Ser amable, engreír, dar felicidad es parte de la idiosincrasia del peruano, de nuestra cultura. Por eso destaca nuestra cocina, por el cariño con el que está hecha”, nos cuenta mientras rememora sus días en casa, con un padre que era un sibarita y al que le gustaba cocinar. “Mi padre me inculcó el amor por la buena mesa, por lo rico, por lo sabroso”, prosigue.
Anita es vegetariana desde hace varios años. Ella dice que, más que una elección por temas ideológicos o de salud, fue por su profundo amor por los animales. “Decidí ser vegetariana, pero no quería dejar de comer delicioso ni volverme anémica. Entonces, empecé a averiguar, a instruirme, a profundizar mi conocimiento en esos terrenos y descubrí que existen varios superalimentos, muchos de ellos de origen peruano, sobre todo, granos andinos como la quinua, la cañihua y la kiwicha, o tubérculos como las ocas y las mashuas, y muchas variedades de maíz. Al estar mucho tiempo en Cusco, vigilando las operaciones de los trenes, profundicé en temas como la cocina de cercanía, la sostenibilidad, la........