Al final de la película Sospechosos habituales, clásico del género del thriller dirigido por Bryan Singer, se produce uno de los mayores giros de guion que se recuerdan. Su frase de cierre (que no explicaremos por si alguien desea verla) sigue siendo una referencia de culto: “Dicen que el mayor engaño jamás creado por el diablo fue convencer al mundo de que no existía”. El cine, como todo arte, es un terreno fértil para el entretenimiento, la reflexión y la política. Partiendo de una problemática concreta, se puede indagar de manera sutil y metafórica en los más profundos terrenos de la vida y la naturaleza humana. Pero hablemos de Junts per Catalunya.
La semana pasada los inquilinos de toda España se llevaron las manos a la cabeza al ver que el partido de Carles Puigdemont votaba en contra –conjuntamente con PP, VOX y UPN– de una iniciativa legislativa que hubiera limitado parte de los abusos de precios que inmobiliarias y caseros imponen a los arrendatarios. A nadie sorprendió el voto negativo de la derecha y la extrema derecha española y navarra. Al fin y al cabo, es coherente que la derecha se comporte como se espera de ella; sin embargo, a algunos les sorprendió que Junts per Catalunya se uniera a la fiesta de la derecha, precisamente en un tema tan sensible como el de la vivienda. Cabe recordar que fue Cataluña la única comunidad autónoma que, por ahora, ha sido declarada territorio tensionado según la Ley 12/2023, de 24 de mayo, por el Derecho a la Vivienda con la intención de frenar el alza de los precios.
La explicación que dieron desde Junts para justificar la dirección de su voto fue que aprobar la medida supondría una invasión competencial del Estatut de Autonomía de Catalunya, pero fue una excusa tan barata que no convenció ni a Miriam........© La Marea