Ciudad perdida

La democracia, no cabe duda, es el mejor instrumento de la demagogia y el manjar de los truhanes.

Ayer, en un Zócalo que, aunque se vio lleno, sólo atiborraron las palabras de los noticieros y no los confundidos, los decepcionados y los contrarios, que hubieran querido más gente sobre la plancha de la plaza mayor del país, se repitió el fracaso rosa.

La democracia volvió a caer en manos de los mismos que la enmascararon, aunque esta vez, como ya ha sucedido, no convenció ni a los jefes del cártel inmobiliario que se paseaban entre las filas ralas de los asistentes, porque en boca del falsario la democracia no es más que demagogia.

El disfraz no le iba bien. No le quedaba la sencillez de camisa blanca y el pantalón de mezclilla. Tieso como es, parecía como si nunca se hubiera quitado el traje y la corbata de las fotos de su reinado, tantas veces repetidas.

No obstante, había que admitir su valentía. Sin vergüenza alguna........

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