Sorprendió a los analistas tradicionales de la prensa cotidiana la crisis bursátil del lunes 5 de agosto. Un lunes “negro”, en el que nadie se animó a pronosticar como seguirá. El desplome de la bolsa sacudió fuertemente a Japón, y generó una situación similar en Europa y en EEUU, propagándose a todos los mercados de dinero del mundo.
Hubo por horas un diagnóstico de “hecatombe”, aun cuando al final del día todo parecía en calma y nadie entre los especialistas se anima con un pronóstico certero sobre el futuro inmediato.
No todo lo que reluce es oro indica el dicho popular, y por eso, afirmamos que no fue sorpresa, y aun, cuando todo pareciera resuelto, lo que está detrás es la crisis contemporánea de la economía mundial, esa que se hizo visible entre 2007 y 2009 y que persiste con ritmos bajos de crecimiento, la desaceleración económica, que anticipa un futuro de recesión que no termina de cuajar.
El fenómeno pretendió explicarse con las subas de los tipos de interés del Banco Central de Japón, a contramano de la lógica estadounidense, en donde la Reserva Federal venía de anunciar probables bajas de las tasas para septiembre. Muchos demandan a la Reserva Federal que abandone la ortodoxia y baje los tipos de interés para reactivas una economía en donde crece el desempleo más allá de lo que consideran “normal”. Se trata de políticas económicas “nacionales” según las necesidades y lógica de sus........