Donald Trump, la estética de los adefesios

En la historia de los “adefesios” la parte “más fea” no está en la fisonomía (que tiene su historia cultural) sino en las aberraciones, o monstruosidades, que pasan por sus cabezas y expelen sus lenguas. Trump encaja en esta zona incómoda de los sentidos comunes siendo un desorganizador de gustos y disgustos, un 'outsider' del paradigma de lo “respetable” y un amigo del ridículo que perdió (o desconoció siempre) alguna noción de vergüenza originada necesariamente por sus, no pocos, disparates. ¿Cómo llegó este pelele a las cumbres borrascosas del poder y cómo cultivó las preferencias electorales? Vale la pregunta para muchos similares y conexos.

Sea como fuere ese amasijo de aberraciones que Trump encarna, de manera obscena y macabra, pasó a ser representación de un campo semántico complejo en el que se borra toda consideración por los protocolos básicos de convivencia para desplegar sistemas de violencia a cualquier principio de coherencia y con gradaciones ofensivas muy espeluznantes donde se mezcla lo objetivo y lo subjetivo. Abrió las puertas de un museo del horror ideológico que atesora las piezas más caras de la estulticia y la degradación humana. Y eso no es por ser republicano, aunque influya mucho. La peor moraleja es que naturalizan cualquier barbarie, con toda impunidad e impudicia.

Es muy fácil caer en la tentación de inventar imprecaciones a personajes tan........

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