Los sofistas eran un grupo de pensadores y maestros itinerantes de la antigua Grecia, destacados por su defensa del relativismo y por sus enseñanzas de retórica y argumentación. La apariencia de verdad, sustentada por el discurso, sustituía así la búsqueda y presentación de la verdad misma. Desgraciadamente, podemos advertir la herencia de los sofistas en los medios de comunicación, en la academia y en destacados líderes políticos occidentales en la actualidad.
El pasado domingo, el periódico The Washington Post hizo pública una noticia exclusiva donde aseguraba que el recién electo presidente de EEUU, Donald Trump, habría mantenido una conversación con el presidente ruso, Vladímir Putin, para abordar la situación en Ucrania. Sin embargo, horas después, esta supuesta exclusiva fue desmentida por el Kremlin. ¿Qué le ha podido ocurrir a The Washington Post –un periódico que solía tener buena reputación- para difundir un bulo de semejante calado? ¿Cómo no recordar, en semejante contexto, a los sofistas?
Hace ya tiempo que el llamado "relato" pasó a sustituir a los datos, a la búsqueda de la realidad. Y lo que es aún peor: esta práctica se ha naturalizado hasta tal extremo que ya ocurre sin que sea apenas perceptible. La llamada posverdad se asentó, y los hechos objetivos perdieron fuerza frente a la formación de una opinión pública basada en las emociones, las creencias personales y las narrativas subjetivas.
Durante años, se ha construido un relato de criminalización de Rusia y, en concreto, de su presidente, Vladímir Putin. Pese a que la mayoría de las supuestas "informaciones" -como la participación injerencista del Kremlin en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016 o el empuje al movimiento independentista de Cataluña en España- se han demostrado falsas, la insistencia en este relato ha sido el abono que ha........