Atentados de Atocha: veinte años de relatos interesados e irrespeto a las víctimas

El 11 de marzo de 2004 se producía en España el mayor atentado terrorista de su historia, en el que 192 personas fueron asesinadas y 1.500 resultaron heridas. Las víctimas eran trabajadores y estudiantes que a diario tomaban trenes para ir a sus puestos de trabajo o centros de estudio en la capital o en las ciudades y pueblos colindantes.

En mi estancia por motivos laborales en Madrid, durante una temporada debía tomar a diario el tren de cercanías en dirección a Alcalá de Henares. Recuerdo que me llamaba la atención cómo en la tarde, a mi vuelta, los pasajeros iban dormidos hasta que despertaban de forma intuitiva al llegar a su parada. Así, día tras día, los vagones van repletos de trabajadores cansados, autómatas urbanos que, durante años, recorren largos trayectos para ir y volver de sus labores.

En el veinte aniversario de este horrible crimen, es necesario recordar cómo inició otro fenómeno igualmente macabro: el oportunismo político de unos y de otros, que favoreció un clima donde vencer en el relato se convirtió en prioridad, mientras que las víctimas y la verdad quedaron en un segundo plano.

En 2004 se cumplía el primer aniversario de la invasión ilegal de Irak, el relato propagandístico por excelencia de George W. Bush, sobre una supuesta guerra de civilizaciones no conseguía imponerse en la esfera europea. ¿El motivo? Entre otras cosas, las discrepancias entre las potencias centrales europeas en ese momento (eje franco-alemán) y EEUU al respecto de la propia invasión del país de Oriente Medio.

En España, igualmente, el debate estaba sobre la mesa. José María Aznar, presidente del Gobierno, se había destacado en el apoyo a EEUU en su plan contra Irak; así, junto a Polonia, Portugal y Reino Unido, se convirtió en el apoyo más visible en territorio europeo a la........

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